EL SEÑOR DE LAS GALLETAS

Mi hermano y yo viviamos con mis Abuelitos, ellos nos hicierón ver la vida de niño con un poco más de felicidad, es por eso que cuando mi Abuelo tenía dinero en la billetera sabiamos que en cualquier momento nos diría para salir de compras.

Habia un señor canoso, colorado de bigotes y lentes que vendía galletas a granel, creo que en ese entonces no éncontrabas muchos que vendieran de esa forma o al menos por ahí no.
Traía una Vans Chevrolet de la decada del 50, estacionaba el carro ahí frente a la puerta del colegio del mercado de Julio C. Tello y otras veces lo veía frente a la peluquería del viejo cabeza de Panetón, la peluquería ambassador, creo que así se llamaba.
Abría las dos puertas traseras, se sentaba adentro y por ahí atendía, diversas cajas con deliciosas galletas dejaban deleitarnos con su aroma al pasar cerca del carro.
Mi Abuelito se compraba galletas chaplín, le gustaba por que las remojaba con el café, mi hermano y yo pedíamos coronitas, morochas, animalitos, municiones y un poco de unas galletitas rectangulares de coco.
Cuando mi Abuelo enfermó, mi Mamá Chela era la que compraba, pero ya no era igual puesto que la economía del hogar se vió afectada por un sin número de motivos y aparte ir con el viejo era casi un ritual por que previo a eso disfrutabamos de un vaso grande de jugo surtido del tio del mercado con keke de naranja y "yapa" incorporada.

Hace algunos días manejando por las calles de Hermosillo pude ver una de esas Vans, y recordé que de alguna u otra forma el carro galletero es un simbolo de esa época para mi y mis contemporaneos de Lince, y sé que alguna vez se detuvieron a comprarle galletas al señor de las galletas..

Cierro los ojos y puedo imaginar por un segundo a mi Abuelo comprandonos las galletas, sentados en el comedor félices mi Papá Nicanor, Jean Carlo y Yo.